domingo, 30 de septiembre de 2018

Como médicos debemos ponernos en el lugar del paciente. Debemos hacer sentir al paciente que en realidad nos interesa su problema y que es importante.


Seguir una dieta saludable, realizar ejercicio y descansar las horas adecuadas son pilares fundamentales para mantener buena #salud.

No es fácil ser médico en una sociedad donde se cambiaron los códigos, se perdieron los valores éticos y se deshumanizó la relación interpersonal.

Reto del  médico: regresar a sus orígenes

Sostener la vocación a pesar de las frustraciones en la Medicina moderna, es un desafío y una demostración de la fortaleza subjetiva. El ejercicio profesional soñado en la universidad a veces resulta una utopía.

      Un médico sufre condena social y hasta un juicio por mala praxis cuando no ha medicado a un enfermo necesitado, pero la sociedad es permisiva cuando se ha medicado toda la vida a un sano sin necesidad. Cualquiera puede estudiar Medicina, pero no cualquiera puede ser médico. Ser médico no es un oficio más, es una filosofía de vida…El que elige Medicina, no elige una profesión sino una forma de vivir. Un médico debe tener objetividad para diagnosticar cuál es enfermedad, pero también subjetividad para saber quién es la persona enferma.
La esencia del acto médico es servir a quien nos necesita. No se aprende el sentido de la profesión, si no se somete el ego para ser útil a los demás.      
      
     Ser médico es tener que lidiar con el sufrimiento del paciente, teniendo la certeza que no habrá solución. Ser médico decirle con vergüenza a un paciente  necesitado de atención, que el hospital no cuenta con medicamentos para aliviar su dolor y que debe comprarlos. 
La historia de la medicina nos enseña que ser médico, en el verdadero sentido de la palabra, no es solamente ser una persona sabia, sino, sobre todo, una buena persona. Para ser un buen médico antes hay que ser buena persona; quizás no alcance, pero es imprescindible.
Al médico no hay que ponerlo en altares ni pedestales porque su sitio está en el Pueblo, cercano y alcanzable al mismo. A esa altura sin distancia debe y puede lograr su carisma, su respeto, su humanidad, eficiencia, eficacia y su grandeza.